ORGANIZACION
DE SOLIDARIDAD DE LOS PUEBLOS DE ÁFRICA, ASIA Y AMERICA LATINA
23 de Octubre de 2012/No.128
Una ansiada celebración por la paz en Siria
Por
Leonel Nodal
LakhdarBrahimi, el experimentado diplomático argelino
y mediador de la ONU y la Liga Árabe, aprovechó la proximidad de Aid al
Adha o Fiesta del Sacrificio, la mayor celebración musulmana anual, para
infundirle fuerza espiritual reconciliadora a la búsqueda de un cese del fuego
en el conflicto que desangra a Siria.
Y no es porque la estratégica nación árabe, situada
en la encrucijada de Occidente y Oriente, heredera de una rica cultura
milenaria anterior al surgimiento del judaísmo, el cristianismo o el islam, se
encuentre envuelta en una mera guerra religiosa o confesional.
Resulta claro que con el objetivo de desinformar y
encubrir los verdaderos intereses en juego en esta crisis, la prensa occidental
la simplifica como un enfrentamiento entre un gobierno de la minoría alawita,
una fracción musulmana chiita, y la mayoritaria comunidad sunita.
Nada más lejos de la realidad. Lo cierto
es que a lo largo de sus de cuatro mil años de historia el territorio de la actual Siria recibió
numerosas migraciones, asimiló las influencias de las culturas egipcia, persa,
babilónica, griega y romana, entre muchas otras. Por último, después de ser
islamizada en el 634 y formar parte luego del Imperio Otomano, Siria fue
reconocida como estado soberano en 1946, y ya para entonces también contaba con
un diverso mosaico ideológico, en el que despuntaba el nacionalismo árabe de
tendencia socialista y antiimperialista, y una variada composición étnica
y religiosa.
En la actualidad, la mayoría de los 19 millones de
habitantes de Siria hablan árabe, pero varias comunidades utilizan sus propias
lenguas, incluyendo el arameo, la lengua de los tiempos de Jesucristo y
del paso por Damasco del apóstol San Pedro. Además de la mayoritaria población
árabe musulmana sunita y la minoría chiita, allí viven drusos, asirios,
armenios, turcos y kurdos, así como miles de palestinos.
Una guía turística occidental de hace apenas dos años
resaltaba que en Siria, “además de la
predominante religión islámica, existen comunidades de cristianos: ortodoxos,
siríacos, maronitas, católicos, y también protestantes”. Tal
diversidad y tolerancia permitía acotar que “a diferencia de otras naciones de Medio Oriente, en Siria se respeta la
libertad de culto, no hay enfrentamientos ni parcialismos, e incluso, las
mujeres pueden transitar libremente por las calles, sin portar el típico velo
islámico”.
Es bueno recordar que la llegada al poder del
gobernante Partido del Renacimiento Árabe Socialista (Baath), el 8 de marzo de
1963, dotó a Siria de una constitución que proclamó la república socialista
laica, con respeto para todas las minorías. En materia de política exterior, su
colaboración con la extinta Unión Soviética y su oposición al
expansionismo israelí, la convirtió desde entonces en una incómoda pieza para
la estrategia de dominación de la rica región petrolera por Estados Unidos
y sus aliados.
Con esos antecedentes, no es extraño imaginar que
Washington se entusiasmara con las protestas pacíficas surgidas en el país a
raíz de las revueltas populares en Túnez y Egipto, y que tras la exitosa
aventura militar que le permitió a la OTAN derrocar al gobierno de Muammar el
Khadafi, en Libia, intentara aplicar el mismo guión en Siria, alentando en los
opositores el recurso a la violencia, el terrorismo y la exigencia de un cambio
de gobierno y la salida incondicional del presidente Bashar el Assad.
El agravamiento de la situación a lo largo de los
últimos 20 meses, mediante el atizamiento de la guerra civil sectaria, la
infiltración masiva de mercenarios extranjeros, amparados en una supuesta
solidaridad confesional, que cada vez se revela más como aventurerismo al
servicio de potencias foráneas, llegó ya en las últimas semanas al punto de
poder convertirse en detonador de un conflicto que incendie toda la región.
La advertencia la hizo el propio mediador
LakhdarBrahimi al iniciar una gira por varios de los países con implicación o
influencia en el conflicto sirio, a los que al parecer intentó hacerles ver que
la guerra no es la solución y que es preciso un alto al fuego que permita abrir
negociaciones políticas.
Brahimi llegó el último viernes a Damasco, después de
presentar su propuesta de una tregua a los gobernantes de Arabia Saudita, Irán,
Turquía, Iraq, Egipto y Líbano.
Según el mediador de la ONU y la Liga Árabe, el cese
del fuego podría entrar en vigor el viernes 26 de octubre, día del inicio de
Aid al Adha, una fiesta comparable a la Nochebuena que antecede a la Navidad
cristiana, que en la tradición musulmana se caracteriza por la
celebración en familia y la solidaridad con los más pobres.
La enorme destrucción provocada por los actos
terroristas de la insurgencia armada siria, con el respaldo público y abierto
de Estados Unidos, Inglaterra y Francia, así como el cerco económico de la Unión Europea
que esta semana impuso al gobierno del presidente Bachar el Assad una
nueva serie de sanciones económicas y diplomáticas, le concede mayor urgencia a
la búsqueda de un respiro para el pueblo sirio.