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Jean-Loup Amselle es un antropólogo africanista de la estirpe de los grandes sabios marxistas franceses Claude Meillassoux y Maxime Rodinson. Inteligente defensor de la ciencia social y la historiografía clásica frente al asalto relativista posmoderno, poscolonial y subalternista


Su último libro se titula Ethnicisation de la France [La etnización de Francia].

¿Cree usted que asistimos en Francia a un aumento de las reivindicaciones identitarias?

Yo creo que asistimos a un doble fenómeno de reivindicación identitaria. Como muestro en mi
libro, vemos reivindicaciones simétricas.
Por una parte, crecen las reivindicaciones minoritarias por parte de los grupos que se sienten
discriminados, oprimidos, marginados: los “negros”, los “mestizos”, pero igualmente toda la
movida LGBT, e incluso, ahora, los disminuidos con necesidades especiales.
En conjunto, asistimos a un fenómeno de captación de esas reivindicaciones por los que yo
llamo “empresarios de etnicidad y de memoria”. Hablan en nombre de esos grupos,
constituidos por ellos mismos y de los que se proclaman portavoces, a fin de monopolizar en
beneficio propio unas reivindicaciones inicialmente poco articuladas y muy dispersas. En
efecto, ya se trate de categorías étnicas o de fenómenos de “género”, los “miembros” de esos
supuestos grupos no se proclaman permanentemente como parte de ellos. Un “negro” o un
“mestizo” no se define constantemente como tal. La identidad es múltiple, está en función del
contexto de interlocución, de tal o cual persona con la que dialogas. A la inversa, las
reivindicaciones monopolizadas por esos empresarios de etnicidad y de memoria encierran a
los actores sociales en mono-identidades.
En el otro lado del espectro, existe la reivindicación de los que se llaman “francesas de cepa”,
reivindicación formateada por el Frente Nacional y/o la Derecha Popular, es decir, el conjunto
de la UMP [el viejo gran partido del centroderecha francés] , dado el actual fenómeno de
radicalización de la derecha política.
También aquí tratan de encerrar a los individuos en una mono-identidad “de cepa”, pero que se
reproduce simétricamente por parte de la izquierda multicultural y poscolonial. No hay más que
ver el ejemplo paradigmático de los Indígenas de la República, que utilizan de manera agresiva
y estupefaciente el término “cepero”, que se corresponde exactamente a los “franceses de
cepa”.Amselle: “Hay que alejarse de planteamientos etnicistas y volver a la lucha de clases”
Finalmente, entre las dos tendencias se da una especie de backlash, de efecto de
retroalimentación: a medida que esas identidades minoritarias se endurecen, se da del otro
lado también un endurecimiento de la identidad blanca y católica.


¿Un poco como si las crispaciones identitarias de la dereecha se alimentaran de una especie
de “racismo de izquierda”?


No, en absoluto; no. Yo no llamaría a eso racismo. Se trata más bien de un diferencialismo, un
de singularismo, de un antiuniversalismo. En lo que a mí hace, yo no creo en la existencia del
“racismo antiblancos” que algunos denuncian. En cambio, el discurso público está literalmente
infestado por el culturalismo, con una tendencia a la distribución identitaria que me parece muy
dañina.

¿Por qué se han multiplicado estas reivindicaciones minoritarias en estos últimos tiempos?

Esto va ligado al declive de lo social. Ese declive –junto con el del universalismo— es continuo
desde 1968. Es un fenómeno lento, que procede también de la descalificación del prisma
analítico del marxismo, habida cuenta de la difamación sufrida por el marxismo como
intrínsecamente vinculado al totalitarismo.
Esa difamación del marxismo ha facilitado, en la coyuntura postsesantaiochesca, postmoderna,
postcolonial, la substitución de un análisis en términos horizontales y de clases por una manera
de cortar la sociedad en capas y rebanadas fragmentarias, lo que yo llamo las “entalladuras
verticales”. Esta temática de los “fragmentos”, de la multitud, ha sido notoriamente formalizada
por Toni Negri, pero también por toda la corriente conocida internacionalmente como French
Theory.
Esas identidades verticales (negro, mestizo, LGTB) se ven como más “glamourosas” que las
identidades horizontales de clase. Basta leer un diario como Libération, que es de todo punto
emblemático. Este periódico ha desertado completamente de los social, para consagrarse a lo
“societal”. No hay día que no promueva a una u otra “minoría”.
En el plano político, esas temáticas son en lo substancial retomadas por Terra Nova, que
aboga por el abandono de la lucha de las clases obreras, las cuales o habrían desaparecido o
se habrían pasado definitivamente al Frente Nacional. Esa izquierda gafa-pasta, “etno-ecobobarrona» preferirá, pues, las capas urbanas, los jóvenes, las minorías, etc.
A pesar de todo, esos “empresarios de etnicidad y de memoria” a que usted se refiere, ¿no
tienen su utilidad? Las discriminaciones existen, y de qué manera…
Desde luego. A menudo se me contesta con este argumento. Pero yo no niego eso, en
absoluto. ¡Claro que existen las discriminaciones!

¿Pero qué hay que poner en el primer plano? ¿Esas discriminaciones o la cuestión social?

En lo que a mí hace, creo que la “discriminación positiva” –esa incierta traducción de la
affirmative action norteamericana— es una badalucada. Lo fundamental, a escala mundial, y
particularmente en los países desarrollados, es el crecimiento de las desigualdades. Los ricos
son cada vez más ricos; los pobres, cada vez más pobres; y la “clase media” se contrae como
una piel de zapa. Es lo que Alain Lipietz llamaba en otro tiempo la “sociedad del reloj de arena”,
con un fenómeno de desclasamiento de la clase media baja, señaladamente en la Francia
periurbana.
Las discriminaciones distan por mucho de ser un fenómeno irrelevante, pero yo las veo como
un fenómeno en segundo plano, al que se pone en primer plano para enmascarar las
crecientes desigualdades de ingresos en los países desarrollados. La discriminación positiva,
que buscar mitigar esas discriminaciones, resulta, por lo demás, perfectamente compatible con
la economía liberal.
Por otra parte, todo eso va de la mano del auge de fenómenos de marketing étnico. Ya se
sabe, el mercado no se dirige a individuos atomizados, sino a categorías de clientelas. Las
empresas saben muy bien que hay que segmentar el mercado. Así han logrado crear un mercado de cosméticos para negros, un mercado hallal para los musulmanes, un mercado
dirigido a los gays, etc.

¿De verdad cree usted que eliminando las desigualdades económicas desaparecerían las
discriminaciones?


No. Yo no he dicho tal cosa. Lo repito: el racismo y las discriminaciones existen. Los negros y
los mestizos tienen prohibida la entrada en ciertas salas de fiestas, nadie lo niega…
Simplemente, lo que hay que hacer es luchar contra el racismo, contra quienes discriminan. Y
eso no se hace buscando promover la supuesta “identidad” de los “grupos” constituidos.

Esa izquierda que usted llama “multiculturalista y postcolonial” no está empezando a
desdecirse, poco a poco, de sus errores “societalistas”?


¡A la fuerza ahorcan! Se verán obligados a hacerlo. El Frente Nacional, aun cuando sólo ha
conseguido dos diputados, ha conseguido resultados significativos en las pasadas elecciones
legislativas en los sitios en los que ha habido un enfrentamiento directo entre un candidato del
Partido Socialista y un candidato del FN. Si quiere cambiar eso, la izquierda deberá volver a
ocuparse de los “blanquitos”, como se dice.

¿El auge del FN expresa, según usted, un auge del racismo, o puede tener otras causas?

Yo creo que hay que reflexionar a escala europea. Hay un auge generalizado del populismo.
Ese fenómeno nace del hecho de que Europa se cierra, señaladamente frente a las
migraciones. Se convierte en una fortaleza, y se dota de una identidad que yo llamaría
“civilizacional”: la identidad blanca y cristiana. El miedo ante la mundialización hace que se
bascule hacia esas supuestas raíces. Y esta Europa secreta un rechazo de todo lo que no sea
ella, en particular del Islam. La identidad de la Europa actual es casi una identidad negativa, de
rechazo del mundo musulmán. Se ha criticado mucho a Huntington, pero lo cierto es que
anticipó el “choque de civilizaciones” que se produce realmente.

¿Qué replica usted a quienes consideran que el racismo vendría de arriba, que sería insuflado
en el pueblo por las elites?


No estoy en absoluto de acuerdo con eso. ¿De qué elites estamos hablando? Si se habla de la
elite política, se puede, en efecto, constatar la radicalización de la derecha, notoriamente con
Nicolas Sarkozy. Pero esa derechización ha sido posible por varios factores. Por lo pronto, por
el alejamiento del recuerdo de la II Guerra Mundial y el hecho de que el gaullismo haya dejado
de existir. Luego, porque el descrédito lanzado sobre el comunismo y el marxismo ha privado a
la izquierda de su papel de verdadero contramodelo. En lo que hace a la izquierda multicultural
y postcolonial, hay que decir que alimenta el fenómeno.

¿Existe en Francia un verdadero riesgo comunitarista? ¿Es transplantable aquí el modelo
norteamericano?


No lo creo. Hay una gran diferencia entre Francia y los EEUU. Se da en Francia un dominio de
la religión católica, al contrario que en los EEUU, en donde predomina la fragmentación,
también entre los protestantes. La sociedad norteamericana, compuesta de capas migratorias
sucesivas, es por esencia comunitarista. Pero sobre todo: en los EEUU lo social fue eliminado
a partir de los 50, es decir, mucho antes que en Francia.
Lo que una vez más demuestra la urgencia de alejarse de los planteamientos “societales” y
regresar a lo social. Es preciso adaptarlo, pero hay que rehabilitar el marxismo. Eso, por una
parte. Por otra, hay que recuperar el hilo republicano universalista.

Jean-Loup Amselle es un antropólogo africanista de la estirpe de los grandes sabios marxistas franceses Claude Meillassoux y Maxime Rodinson. Inteligente defensor de la ciencia social y la historiografía clásica frente al asalto relativista posmoderno, poscolonial y subalternista (véase en SinPermiso la reseña de su libro de 2008 El Occidente descolgado [http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=6077], un formidable alegato científico y metodológicocontra esas corrientes académicas en boga en las últimas décadas), su último libro (2011) es un lúcido ensayo sobre las consecuencias ideológico-políticas de la “Etnización de Francia”.Amselle: “Hay que alejarse de planteamientos etnicistas y volver a la lucha de clases” www.sinpermiso.info, 23 junio 2013

Traducción para www.sinpermiso.info: Miguel de Puñoenrostro