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LA
CANDIDATA PRESIDENCIAL MICHELLE BACHELET, JUNTO A CANDIDATAS Y
CANDIDATOS DEL MUNDO SOCIAL, CAMILA VALLEJOS, KAROL CARIOLA Y MANUEL
BALLESTERO, CANDIDATOS A DIPUTADOS DE LA NUEVA MAYORÍA Y DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CHILE
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Elecciones presidenciales y parlamentarias el 17 de noviembre en Chile
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Santiago de Chile, 9 oct. 2013, Tribuna popular TP.- El escenario electoral en Chile de cara a las venideras elecciones presidenciales y parlamentarias del 17 de noviembre lleva el sello de los movimientos sociales, que desde la calle impusieron una agenda transformadora, asegura un joven aspirante al Congreso.
En entrevista con Prensa Latina, el candidato a diputado por el distrito 22 de Santiago de Chile, Rony Núñez, militante del Movimiento del Socialismo Allendista, estima que la oligarquía y la derecha chilena fueron superadas por los reclamos ciudadanos, que por naturaleza le resultan contradictorios.
“Los movimientos sociales de 2011 lograron imponer una agenda política, y ello explica en parte el fracaso del gobierno de Sebastián Piñera, que tiene una contradicción ideológica con lo que plantean los movimientos sociales, y que hace sucumbir su propio proyecto político”, estimó Núñez, quien fue observador internacional en ocho elecciones en países latinoamericanos.
Dicha contradicción explica en cierta medida, a juicio del flamante candidato, el bajo respaldo ciudadano de la candidata presidencial de la Alianza de derecha, Evelyn Matthei, quien se presenta como continuadora de las políticas de la administración Piñera, de la que formó parte como ministra de Trabajo.
De acuerdo con los resultados de la más reciente encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), considerada una de las más serias en el país, el 47 por ciento de los electores votaría por la abanderada del pacto opositor Nueva Mayoría, la expresidenta Michelle Bachelet (2006-2010).
Según el estudio, solo un 14 por ciento lo haría por Matthei, hija del general (r) Fernando Matthei, quien fuera jefe de la Fuerza Aérea y uno de los cercanos colaboradores del dictador Augusto Pinochet.
En tercer lugar el sondeo del CEP sitúa al independiente Franco Parisi, con un 10 por ciento de la intención de voto a su favor, seguido del líder del Partido Progresista, Marco Enríquez-Ominami, con un siete por ciento; y Marcel Claude, del Partido Humanista (tres por ciento).
Los restantes cuatro aspirantes al Palacio de La Moneda no alcanzaron el uno por ciento.
Núñez no había nacido cuando el 11 de septiembre de 1973 bajo el mando de Pinochet se desató el golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende. El aspirante a diputado nació cinco años después, en octubre de 1978.
Empero, no tiene dudas de que para la derecha chilena resulta adverso que estas elecciones se lleven a cabo pocos meses después de conmemorarse los 40 años de la asonada golpista.
“La derecha chilena tiene una tremenda deuda histórica, ya que no solo lleva en la mochila los muertos de la dictadura, sino un proceso dictatorial que rompió con la larga tradición histórica democrática de Chile”, consideró el político.
En opinión de Núñez, el triunfo de Piñera en 2009 no estuvo dado porque se haya producido un giro de la mayoría de los ciudadanos a la derecha, sino que fue causa de un voto de castigo popular a la Concertación de partidos por la democracia, que durante 20 años gobernó el país y no cambió el orden de las cosas impuestas en dictadura.
“La Concertación se hizo copartícipe de la mantención y legitimidad del proceso neoliberal establecido por Pinochet, y es uno los peligros latentes sobre un eventual futuro gobierno de Bachelet” consideró.
Núñez recordó que dentro del pacto Nueva Mayoría que encabeza Bachelet tienen gran fuerza partidos que integraron la Concertación, fundamentalmente el Socialista y el Democratacristiano, que -consideró- no están en condiciones de desmontar el modelo neoliberal, ya que no pocos de sus líderes son seguidores de ese sistema.
El nuevo bloque también lo conforman fuerzas de izquierda como los partidos Comunista, Izquierda Ciudadana y Movimiento Amplio Social.
Lo cierto es que parte de las demandas de los movimientos sociales están reflejadas en el programa de Gobierno que prometió aplicar Bachelet de retornar a La Moneda.
“La ciudadanía espera que nosotros reivindiquemos lo público, y eso significa fortalecer el rol del Estado, significa volver a prestigiar la política y sus instituciones frente a nuestros ciudadanos, pero sobre todo entender lo público como aquello que corresponde, importa y compromete a todas y todos”, dijo en días recientes la expresidenta al presentar su plataforma.
Bachelet se comprometió a emprender una reforma que asegure una educación pública de calidad, gratuita, sin lucro e integradora, oferta que con sus matices resume una de las banderas levantadas desde 2011 por el movimiento estudiantil.
También sus propuestas incluyen una reforma tributaria para financiar la educación y otros programas sociales, una nueva Constitución, que ponga fin a la heredada de la dictadura, y beneficios laborales reclamados por gremios obreros, demandas que en general se hacen sentir por los movimientos sociales. Lo preocupante para el candidato a diputado Núñez es que, si bien Bachelet puede tener la mejor intención del mundo, el problema está en parte del elenco que la acompaña, entre ellos gente que por definición ideológica y política no le interesa pasar al nuevo estado de cosas en que los Allendistas están pensando.
Es por ello que su partido respalda la candidatura de Enríquez-Ominami, hijo del líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Miguel Enríquez, muerto a manos de agentes de la dictadura el 5 de octubre de 1974.
El programa del abanderado del PRO está impregnado de las demandas fundamentales de los movimientos sociales, y es en opinión de Núñez el que con más fidelidad recoge los postulados de Salvador Allende y de lo que fuera el Gobierno de la Unidad Popular.
La propuesta tiene entres sus ejes fundamentales profundas reformas políticas y una nueva Constitución, que incorpore las demandas sociales del siglo XXI, estructuradas en tres puntos.
Ellos son: sistema semipresidencial con un Parlamento unicameral, federalismo atenuado como principio organizativo del gobierno territorial y definición constitucional clara de los derechos esenciales, entre ellos educación, salud, previsión social y medio ambiente.
“Allende se postuló cuatro veces para Presidente, y fue electo en la cuarta vez”, comentó el candidato a diputado, en alusión a la perseverancia que los inspira tanto a él como a Enríquez-Ominami.