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En la foto : Carlos Lozano, junto al Buró Político del Partido Comunista de Venezuela


La clase dominante ataca el conflicto restringiendo la democracia. Tienen que erradicarse las causas que originaron el conflicto. Las garantías democráticas deben ser también para la izquierda y los sectores democráticos. Hay que abrirle paso a la Constituyente. Es fundamental la presión popular e internacional para que Santos se quede en la mesa. El proceso de paz no puede ser rehén de las elecciones. Marcha Patriótica se formula como opción de poder. 



Caracas, 23 jun. 2013, Entrevista de Tribuna Popular.- En el marco de una visita que realizó a Caracas, por invitación del Comité de Solidaridad Internacional (COSI) de Venezuela, para promover el apoyo al proceso de los diálogos de paz en Colombia, Carlos Lozano Guillén –Miembro del Comité Ejecutivo Central del Partido Comunista Colombiano (PCC), Director del semanario VOZ, y vocero del movimiento Marcha Patriótica–, del 20 al 22 de junio, cumplió una apretada agenda de trabajo.

Dictó una conferencia en el Hemiciclo Protocolar de la Asamblea Nacional, atendió diversos programas de radio y televisión, se reunió con el colectivo de Marcha Patriótica y con militantes del PCC en Venezuela.

Momento especial lo constituyó su visita a la Sede Nacional del Partido Comunista de Venezuela (PCV), donde se reunió por cerca de cuatro horas con una amplia delegación del Buró Político, encabezada por Oscar Figuera, Secretario General del PCV, en un intercambio profundo y fraternal sobre la situación política de nuestros países y las iniciativas para el estrechamiento de relaciones entre los dos Partidos.

Uno de los temas centrales de esta reunión giró sobre el estado y las perspectivas de los diálogos de paz que se desarrollan en La Habana, el cual, en palabras de Figuera, “es un tema de fundamental importancia para el pueblo venezolano y para el PCV”.

Los demás integrantes de la delegación del Buró Político del PCV fueron Perfecto Abreu, Secretario de Organización; Yul Jabour, Secretario de Solidaridad Internacional; Pedro Eusse, Secretario del Movimiento Obrero y Sindical; Carlos Aquino, Secretario de Propaganda y Director de Tribuna Popular; Vladimira Moreno; y, Carlos Ojeda Falcón, Secretario del BP.

Posteriormente, Carlos Lozano Guillén concedió una entrevista exclusiva a Tribuna Popular, órgano del Comité Central del PCV, en la que detalla el análisis y la visión del PCC sobre el conflicto colombiano y el proceso de paz, y que reproducimos seguidamente de manera íntegra:


TP: –En el pueblo colombiano y en América Latina hay mucha expectativa por los diálogos que se están desarrollando en La Habana para el proceso de paz en Colombia ¿cuál es la significación de estos nuevos diálogos?

CLG: –Tienen una doble significación, la más importante para Colombia, porque los diálogos de paz significan la búsqueda de una solución política, democrática, del largo conflicto colombiano, de ponerle punto final a la guerra de más de seis décadas que ha dejado inmensas tragedias y que, por supuesto, se ha convertido en una especie de espada de Damocles para nuestro país, no sólo por el drama de la confrontación sino también por la precariedad de la democracia, cada vez mucho más restringida en la medida que la clase dominante colombiana cree que la mejor forma de atacar el conflicto es restringiendo la democracia, precarizando las condiciones y las libertades públicas del pueblo colombiano.

–Las fuerzas revolucionarias han caracterizado el conflicto colombiano como social y político ¿los diálogos de paz apuntan a la solución de las razones que dieron origen al conflicto social y político?




–Tiene que ser así, es decir, el conflicto colombiano no es sólo militar, tiene su origen económico, social y político. Por eso, para superar el conflicto, tienen que erradicarse las causas del origen del mismo, tienen que consistir en una apertura de la democracia y hacia las mejores condiciones del pueblo colombiano. Por eso es que nosotros hablamos de paz con democracia y con justicia social.

–Estos diálogos están avanzando con base en una agenda que acordaron el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP en agosto del año pasado ¿en esta agenda se encuentra condensada la solución a los problemas económicos, sociales y políticos del pueblo colombiano?

–Hay un acuerdo general que contiene una agenda que plantea seis puntos, entre ellos el tema agrario, el de la participación política, el tema de víctimas, el marco jurídico que se llama de la justicia transicional, el tema de la dejación de armas, los derechos humanos. En el segundo tema, sobre participación política, que es el que ha comenzado ahora, las FARC han hecho diez propuestas que contemplan temas fundamentalmente políticos, para poder avanzar hacia unas mejores condiciones en materia de libertades públicas, del estatuto de la oposición, de los derechos de participación ciudadana y de las garantías, no solamente para las insurgencias que se acojan a procesos de paz sino para la izquierda y los sectores democráticos, de que van a tener un tratamiento de igualdad ante la ley para efectos de los espacios políticos y electorales.

Los temas económicos y sociales tienen que estar contemplados, de hecho ya lo han estado en el tema agrario, una parte de ellos; pero el tema de participación política y en los temas superiores que tienen que ver con la agenda, pues habrá que profundizar, por ejemplo, en el modelo económico, en el tema de los derechos laborales; sin duda que en estrecha relación con el modelo económico tiene que incluirse el tema de la salud, que está totalmente privatizada y está precarizando las condiciones de vida.

Entonces, esos temas están en la agenda, tienen que ver con el conflicto, están reconocidos en el preámbulo y en el contexto del acuerdo general que habla de que el conflicto colombiano sólo se puede superar si hay cambios de naturaleza política, económica y social; eso lo suscribió el gobierno, y sin embargo ahora dice que esos puntos no están en la agenda, porque separa la agenda del preámbulo y del contexto, pero sin duda que eso tiene que tomarse en consideración, y si quieren la paz tienen que incluirse los temas sociales, económicos y políticos que tienen espacio en la agenda. Lo que pasa es que el gobierno en su visión estrecha cree que todo lo puede resolver es diciéndole a la guerrilla que sus dirigentes podrán ser senadores, congresistas, que podrán aspirar a los cargos de elección popular…

–¿Una zanahoria?

–Sí, una zanahoria. Y por supuesto eso es importante, pues si las FARC y el ELN, las guerrillas, hacen la paz aspirarán a tener un espacio de participación, pero ellos han dicho que no es eso lo fundamental, porque lo que se va a resolver en La Habana son problemas de la sociedad colombiana, de todo el país, y por eso, si se quiere la paz, paz con democracia y con justicia social, son fundamentales los cambios sociales, económicos y políticos.

–El Estado colombiano y el gobierno tienen un contenido capitalista, y las FARC históricamente se reivindican como marxistas-leninistas, por ende con un proyecto socialista ¿cómo pueden acordarse fuerzas que tienen proyectos de país absolutamente antagónicos?

–Ahí lo importante es que tanto las FARC como el gobierno sepan colocar los límites que tiene esa mesa de diálogo, porque no se puede aspirar a una revolución por contrato, en una mesa de diálogo no se puede hacer eso. Las revoluciones las hacen los pueblos, las hacen las masas populares y creo que eso lo entiende muy claramente la guerrilla de las FARC.

Entonces, allí en la mesa de diálogos de La Habana el alcance de los cambios son aquellos que originaron el conflicto, que son los que están contemplados en esa agenda contenida en el acuerdo general, o sea, no son maximalistas, son unos cambios muy concretos, y por eso, insisto, de lo que se habla es de paz con democracia y con justicia social, no estamos hablando de paz con socialismo o paz sin capitalismo, eso no se negocia.

Una vez que se logre la paz con democracia y justicia social el desafío para la izquierda, incluyendo a las fuerzas insurgentes que se acojan a los procesos de paz, es la acumulación de fuerzas para ganar las posibilidades de una transformación revolucionaria de la sociedad colombiana, eso está claro, es decir, la izquierda unitaria debe convertirse en una opción real de poder popular en Colombia; a eso puede ayudar una apertura democrática, porque justamente el hecho de que la izquierda no haya avanzado lo suficiente en Colombia no se debe sólo a los errores –porque los hay, por supuesto–, pero no se debe sólo y exclusivamente a los errores de la izquierda, lo fundamental ha sido el vacío de la democracia, la guerra sucia, la intimidación, las campañas de exterminio, la estigmatización de la izquierda, que es lo que ha logrado debilitarla, casi que aniquilarla en muchos episodios trágicos de la historia colombiana.

Aquí se trata es de ganar un espacio democrático suficiente para que esa izquierda y los sectores democráticos puedan actuar en el escenario político en pie de igualdad, sin intimidaciones, sin que se afecte la vida y la existencia misma de esas organizaciones de izquierda, de tal manera que puedan actuar en el espacio político, en el panorama nacional con opción de poder.

–Tanto las FARC como otras organizaciones revolucionarias han resaltado que el diálogo de paz no puede circunscribirse a la mesa de La Habana y han estimulado Foros, Encuentros, espacios de debate y discusión, elaborando propuestas para el estudio de las partes en diálogo ¿este llamado a la participación es para el conjunto de la sociedad o para una parte de ella?

–Es justamente generar el espacio de participación. Como decíamos antes, en La Habana no se van a resolver los problemas de la guerrilla o del gobierno, sino problemas de la sociedad, entonces, esa sociedad, que es heterogénea, tiene que garantizarse ese espacio de participación; uno de ellos son los Foros nacionales convocados por la mesa, que han sido organizados por Naciones Unidas y la Universidad Nacional; las mesas regionales, que han sido organizadas por el Congreso; pero, además, las propias iniciativas de las organizaciones populares, democráticas, que es lo que está ocurriendo también. Marcha Patriótica, por ejemplo, está promoviendo las Constituyentes Regionales, Territoriales y Temáticas en todo el país, que son expresiones de la voluntad del pueblo de construir una opción propia para respaldar el proceso de La Habana, pero también hacer sus propias propuestas, plantear cuáles son sus iniciativas, que son las que enriquecen el debate de La Habana.

–¿Esa iniciativa de Constituyentes Regionales está enmarcada en el planteamiento que han hecho las FARC de la necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente?

–Sí. Las Constituyentes Regionales, que son de hecho, porque están siendo propuestas por Marcha Patriótica y convocando en ello a todas las organizaciones populares; de todas maneras son un ejercicio pedagógico de lo que puede ser una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), y tiene como objetivo fundamental promover la ANC, que al final tiene que ser un acuerdo entre las partes, legitimado y legalizado por el propio Congreso de la República.

Entonces, las Constituyentes Regionales son un peso real en la vida nacional, en la medida en que contribuyen a abrirle paso a la ANC, que es la voluntad del constituyente primario, que es la participación ciudadana, en el entendido de que es múltiple, es decir, ahí van a estar las organizaciones populares, democráticas, y también los gremios de la producción, también los Partidos políticos de derecha o de izquierda, los diferentes estamentos que componen la sociedad, lo que algunos llaman la “sociedad civil”.

–En Colombia, legalmente ¿cómo se puede convocar una ANC?

–La ANC la convoca el Congreso de la República, a propuesta del gobierno nacional o de un grupo representativo de ciudadanos. En este caso, seguramente sería una propuesta del gobierno al Congreso como parte del acuerdo de la mesa de La Habana.

–¿Las FARC prevén que el gobierno haga la propuesta al Congreso y que éste haga esa convocatoria y establezca la forma de integración de la ANC?

–Prevé eso, o en su alternativa, que un grupo numeroso, se dice en la Constitución, de ciudadanos y ciudadanas, lo soliciten, se hace mediante un documento público, o sea, que si el gobierno se negare a hacerlo se podría usar eso. Claro, así como es una mesa de negociación, lo que se pretende es que el gobierno lo acepte y la presente al Congreso, habida cuenta de que el gobierno tiene la mayor cantidad de parlamentarios, a través de su coalición de gobierno, que se llama la “Unidad Nacional”, tienen el 92% del Congreso, por ende, no puede decir que no tiene la suficiente fuerza para eso.

Es un poco lo que decía uno de los dirigentes de las FARC, Pablo Catatumbo en una entrevista, que hablada de que el gobierno requería de tener capacidad de maniobra, gobernabilidad, porque en realidad lo que se ve es que a pesar de controlar el Congreso, tiene demasiadas fisuras, incluso en el gobierno, porque mientras Santos dice una cosa el Ministro de Defensa dice otra, y, entonces, cuando le hemos reclamado al gobierno y al presidente mismo que tiene que haber cohesión en el gobierno, Santos lo que explica es: “ah, es que hay unos Ministros que se me salen del libreto”. No, un gobierno no puede tener dos libretos, y la solución la tiene él, para que haya un solo libreto, y el que no se someta a eso pues tiene que salir.

–¿El PCC es optimista sobre las posibilidades reales de este diálogo?

–El Partido Comunista es moderadamente optimista. No somos pesimistas, pero tampoco exageradamente optimistas, porque somos conscientes de las contradicciones del presidente Santos, de sus veleidades, de sus vacilaciones, de las concesiones que le hace al militarismo; entonces, esos vaivenes lo pueden llevar en un determinado momento a adoptar una línea distinta a la que hasta ahora ha mantenido.

Santos no es una persona de confiar; nosotros sí le reconocemos el hecho audaz, por llamarlo de alguna manera, de haberse sentado en una mesa de diálogo con las FARC, pero también reconocemos sus profundas debilidades, y una de sus debilidades es que él es indeciso, hace concesiones, va al vaivén de los estados de ánimo, de las encuestas; cuando las encuestas lo muestran muy bajo, entonces él busca la manera de subirlas y la busca fortaleciendo a veces la línea militar para congraciarse con la derecha, o cualquier otro tipo de concesión, entonces, en esas veleidades de él, de pronto, termine rompiendo el proceso, esa es una posibilidad. Sin embargo, aquí es fundamental la presión popular en Colombia, la presión internacional, para que este señor se quede en la mesa, porque él nunca se ha comprometido a permanecer allí cualquiera que sea la situación que se dé, mientras que la delegación de las FARC sí lo ha dicho: de aquí no nos levantamos, si se va a romper que rompa el gobierno.

–En Colombia, para 2014, están previstas las elecciones legislativas en marzo y presidenciales en mayo. Las FARC asomaron la idea de que se pospongan las elecciones. Santos y el gobierno inmediatamente respondieron negativamente a esa posibilidad. ¿Ayudaría a los diálogos de paz posponer un año las elecciones?

–Nosotros somos partidarios de discutir el tema. Creemos que está fundamentado, la delegación de paz de las FARC lo ha hecho con argumentos, con argumentos orientados a salirle adelante a las presiones del gobierno por los tiempos fatales, que son los tiempos electorales, y por los tiempos legislativos, que dicen: se va a agotar el tiempo para la actual legislatura y no se van a introducir los cambios que se requieren en el país…

–¿El proceso de paz se puede amarrar a los periodos constitucionales?

–El proceso de paz no puede ser rehén de las elecciones ni del tiempo legislativo. El proceso de paz tiene su dinámica, es que estamos hablando de un conflicto de seis décadas, de profundas contradicciones, es que justamente por eso están sentados, porque son partes que no piensan igual y que en algunos temas piensan diametralmente opuestos. Construir acuerdos sobre esa base no es fácil, requiere de tiempo, requiere de búsqueda de esos consensos, porque aquí tienen que ser consensos, porque cómo más se va a definir; entonces, no se puede hacer depender el proceso de paz. La propuesta de las FARC fue orientada un poco a decir: bueno, si ese es el problema, prolonguemos. Eso también tiene antipatías en el país. No sé, además, desde el punto de vista legal qué tan factible sea, qué tan ajustado a la ley y a la Constitución, habría que verlo, hablarlo con los expertos en estos temas; aunque en Colombia los abogados, yo también lo soy, somos expertos en buscarles la vuelta… allá se dice “hecha la ley, hecha la trampa”.

–El proceso de paz colombiano y estos diálogos en particular, ¿no tienen lapso de tiempo, no se sabe cuánto van a durar?

–El gobierno ahí ha venido violando el acuerdo general, porque el acuerdo general no contempla tiempo, el acuerdo general habla es de un tiempo razonable ¿qué es el tiempo razonable? el tiempo que no es indefinido, que no es eterno, pero es el estrictamente indispensable para resolver un asunto, un problema; de eso se trata, que el proceso de diálogo tenga el tiempo estrictamente indispensable para ello. Además, el acuerdo agrega una metodología, y dice que cada cierto tiempo hay que someter a balance el estado del diálogo, a fin de dinamizar el proceso, de hacer los ajustes que sean necesarios, y en ninguna parte se contempla que si esos acuerdos van de manera lenta, entonces el gobierno puede romper, al contrario, cuando se dice que hay que hacer el balance para dinamizar el diálogo, es que el balance, si descubre que no va a buen ritmo, es para ponerle el ritmo y no para romper. Entonces, el gobierno incurre en dos violaciones del acuerdo: la primera, establecer un tiempo arbitrariamente, y de hecho no lo dice el acuerdo; y, la segunda, amenazar con la ruptura, cuando no está tampoco prevista la ruptura en el acuerdo, en el acuerdo lo que se dice es que el objetivo es la paz estable y duradera, no la ruptura.

–Justamente, hablando sobre esas posibilidades de ruptura y de acciones que sabotean los diálogos, el presidente Santos recibió en Bogotá al ex candidato presidencial Capriles Radonski. ¿Cuál es apreciación del PCC con respecto a esta acción y el impacto en el papel que ha jugado el gobierno venezolano en el proceso de paz?

–El Partido Comunista ha rechazado esa reunión, además la ha calificado de un acto inamistoso y desleal del presidente Santos con el gobierno bolivariano de Venezuela, porque Capriles no es el jefe de la oposición sencillamente, como explica Santos: “yo a cualquier país voy y me reúno con la oposición”, y algunos dicen: ah, Piedad Córdoba va a Venezuela y se reunía con Chávez y ahora se reúne con Maduro. Pero es que ese no es el punto, el señor Capriles no es un líder de la oposición, es un líder de los golpistas, de los que quieren socavar la democracia en Venezuela y que desconoce los resultados legítimos, constitucionales, democráticos de un proceso electoral, desconoce el gobierno bolivariano; entonces, es un acto en el cual se está favoreciendo no a un jefe de la oposición, sino a un perturbador, a un golpista.

Y lo otro es el acto de deslealtad con quien bien le ha servido a la causa de la paz en Colombia. El presidente Chávez fue definitivo para que funcionara la mesa de diálogo, y hoy lo es el presidente Maduro, lo dijo el propio jefe de la delegación del gobierno, el Doctor de la Calle Lombana, dijo: Venezuela fue fundamental para que empezaran los diálogos de paz, y es fundamental para que puedan llegar a su feliz término; lo ha repetido Iván Márquez, en su condición de cabeza visible de la delegación de paz de las FARC. Aquí se equivocó Santos, yo no creo que tan de buena fe, no creo que haya sido ingenuo en esto, porque esa decisión de Santos resultó después de la visita del Vicepresidente de EE.UU. a Colombia, ahí es cuando recibe a Capriles y ahí es cuando anuncia incluso el ingreso a la OTAN, que es un pacto militarista, agresivo.



–La OTAN ha protagonizado invasiones y agresiones imperialistas en distintos países. ¿Cuál es la opinión del PCC sobre el planteamiento de Santos de incorporar a Colombia en esa organización militarista?

–Ese es el asunto ¿qué tiene que ver Colombia con un pacto agresivo-militarista como la OTAN? Incluso desde allá le dijeron los propios europeos que geográficamente Colombia no cabe ahí. EE.UU. dijo que ellos podrían ayudar a que Colombia estuviera en el Pacto de la OTAN, porque tiene intereses en el territorio colombiano para instalar sus bases militares, amenazando a todo el continente y, por supuesto, interviniendo más directamente en el conflicto colombiano, más de lo que lo ha hecho no a lo largo de estos últimos años sino a lo largo de todo el conflicto colombiano.

–Durante los dos periodos presidenciales de Uribe se decía mucho en el mundo que el gobierno colombiano era el Israel de América Latina ¿con Santos sigue siendo así?

–Claro, es el Caín de América. No es un problema de presidentes, es un problema de la clase dominante colombiana. Acordémonos que fue en Bogotá donde se fundó la OEA, el ministerio de colonias yanquis, como decía el comandante Fidel Castro en su tiempo, y el primer Secretario General fue el Canciller Lleras Camargo, que era una ficha de los norteamericanos, una personalidad colombiana. La clase dominante colombiana, la oligarquía colombiana siempre ha sido servil, ha sido sumisa de los intereses del imperialismo, para ellos no pasó el tiempo, para la dignidad, de ponerse a tono con las nuevas realidades que hay hoy en América Latina, de ponerse en el sentido de la CELAC, de UNASUR, y mucho más aun del ALBA, no, Colombia sigue mirando todo por los ojos de Washington, y por eso no es casual que llegue Míster Biden a Bogotá y a los tres días reciba Santos a Capriles y se produzca el anuncio de lo de la OTAN, que es un viejo sueño de EE.UU. convertir a Colombia en un territorio de Bases norteamericanas.

–En abril del año pasado se lanzó un movimiento denominado Marcha Patriótica, del cual forma parte el PCC. ¿Qué es Marcha Patriótica y cuál es su perspectiva?

–Marcha Patriótica es una organización social y política, que está integrada en lo fundamental por organizaciones de base, agrarias, sindicales, estudiantiles, de mujeres, de trabajadores, de gente de la cultura, de todo lo que significa el espectro de la sociedad colombiana ávida de cambios, de transformación. Eso representa Marcha Patriótica. Y, por supuesto, también de organizaciones políticas, como el Partido Comunista, como el grupo liberal Poder Ciudadano, de Piedad Córdoba, otros grupos menores que se salieron del Polo y que hacen parte de Marcha Patriótica.

Marcha Patriótica tiene una doble finalidad, dentro de su postulado fundacional, que es, uno, la Paz, trabajar por la paz, defender el proceso de paz de La Habana, construir un camino para la salida política, democrática, del conflicto colombiano; y, la Unidad, la unidad de la izquierda y de los sectores democráticos, no sólo la unidad revolucionaria, la unidad democrática también, para formular una opción de poder, que es la que puede consolidar la paz, un poder popular y democrático en Colombia puede iniciar el cambio hacia el Socialismo, que no podemos aspirarlo en la mesa de La Habana. En La Habana va a haber una apertura democrática si se logra el objetivo final, que es lo que deseamos; pero, eso tiene que ser complementado con un movimiento muy amplio, muy fuerte, influyente, alternativo en el país, un movimiento de movimientos populares que pueda capturar el poder para producir los cambios y abrir el camino hacia el Socialismo, hacia una nueva realidad de una Colombia nueva, posible.

–¿Para el PCC siguen vigentes los postulados fundamentales del marxismo-leninismo en la lucha por el Socialismo y el Comunismo?

–De eso no cabe la menor duda. Nosotros hemos hecho nuestro Congreso Nacional el año pasado, donde hemos reafirmado el carácter marxista-leninista del Partido Comunista y nuestra concepción socialista y comunista para una nueva sociedad, por eso trabajamos. Por supuesto, dentro de ese concepto, adoptamos nuestra táctica, y todo esto que estamos haciendo hoy de construir un concepto de unidad popular, muy amplio, con opción de poder, va en la dirección de generar las condiciones para que podamos avanzar hacia ese desafío socialista, hacia ese desafío revolucionario.

–En ese contexto ¿cuál es el papel que está cumpliendo el semanario VOZ?

–VOZ cumple el papel de ser una herramienta ideológica en el campo de la comunicación y de la batalla de ideas. VOZ, por supuesto, es un medio de comunicación expresamente ligado a la vida y existencia del Partido Comunista Colombiano, pero que va más allá del Partido Comunista, es una especie de puente entre el PCC y el movimiento popular, el movimiento sindical, los sectores más avanzados. Por eso nos preocupamos mucho de que nuestro discurso, nuestro mensaje, interprete esa realidad, sin abandonar nuestros principios, sin abandonar nuestra condición militante y comunista; pero también debemos entender que nuestro mensaje trasciende los límites del Partido.

Entonces, en ese sentido, el periódico es una herramienta para la lucha ideológica, para la lucha popular, para la lucha de masas, y por eso hemos insistido; el periódico expresa la plena vigencia del concepto leninista de ser un organizador, un educador, un agitador, un propagandista, un organizador de la lucha popular, nuestro mensaje tiene que ser muy directo y tiene que ir en esa dirección. Hemos reclamado siempre el derecho que tenemos a hacerlo. No caemos en la hipocresía de la prensa burguesa de decir que somos neutrales, no, nosotros no somos neutrales, nosotros al contrario estamos alineados con una política, con una concepción, con una ideología revolucionaria y con ella trabajamos, y no la ocultamos y no la negamos.

La única condición que ponemos para poder hacer más eficaz nuestra labor es apoyarnos en la verdad, eso sí; no inventarnos nada, no descontextualizar los planteamientos que hacemos, sino acogernos a conceptos reales, verídicos, a cosas que existieron, a hechos históricos que se dan y que nos sirven a nosotros para formular nuestros planteamientos teóricos, nuestros planteamientos ideológicos, y que son parte de nuestro aporte a esta lucha revolucionaria en Colombia.