La crisis del sistema político burgués de Egipto revela la agudización de las contradicciones entre los sectores de la burguesía sobre la gestión del poder, atrapando la indignación y el descontento del pueblo.
Las movilizaciones del pueblo en Egipto demuestran que muy pronto las fuerzas políticas que predominar con la llamada Primavera Árabe le decepcionaron. Los intereses populares no pueden quedar satisfechos ni por el gobierno de Morsi y los Hermanos Musulmanes, que impusieron una política antiobrera apoyando los monopolios, ni por la parte de la burguesía que en este momento está apoyando el golpe de Estado militar.
La crisis del sistema político burgués de Egipto revela la agudización de las contradicciones entre los sectores de la burguesía sobre la gestión del poder, atrapando la indignación y el descontento del pueblo. Está conectada con los antagonismos de los centros imperialistas por adquirir los recursos naturales de la amplia región y por las rutas de energía.
La burguesía de Egipto tiene soluciones alternativas para garantizar sus intereses; el papel del ejercito y de los llamados movimientos religiosos son unas de ellas. Es necesario que la clase obrera, los sectores populares pobres no se limiten a la cuestión de que cambie el gobierno, no se atrapen en soluciones supuestamente transitorias que preparan el próximo gobierno antipopular.
Los acontecimientos demuestran que para que el pueblo imponga su fuerza e intereses no es suficiente llevar a cabo luchas populares de masas sino que estas luchas deben tener como meta derrocar el poder de los monopolios y llevar a cabo desarrollos a favor del pueblo.
Atenas 4/7/2013 La Oficina de Prensa del CC del KKE