De nuevo el cinismo de los poderoso imperialistas se impone: ayer fue Irak, con el pretexto y fraude de la existencia de armas de destrucción masiva; hoy es Siria, con el uso de armas químicas.
4 DE SEPTIEMBRE DE 2013
Benjamín Forcano *
La red mediática occidental incrementa su guerra contra el régimen de Bachar Al Assad. Sería un milagro que la gente no lo detestara después de todos los crímenes que, sistemáticamente, se le vienen atribuyendo. Una guerra no se puede llevar a cabo sin antes falsear la realidad de lo que ocurre y lograr que, inconscientemente, la opinión pública la haga suya. Pero, pese a todo, medios sirios e internacionales han demostrado con comisiones de inspectores y expertos, con testimonios e imágenes directas, que la oposición está importada y armada desde fuera, y coordinada por gobiernos que dicen representar a Estados democráticos y de derecho.
Desde el inicio, la oposición está nutrida de bandas o escuadrones que asedian, roban, queman, bombardean y matan a cuantos no se pasan a la oposición. Y nuestra prensa exhibe a diario , como derechos humanos triturados, lo que es terrorismo disfrazado de Estado, en este caso de Estados Unidos, Inglaterra, Francia… La alerta lanzada por quienes conocen de cerca lo que está ocurriendo en Siria sirve para denunciar que la guerra actual en Siria está emprendida desde fuera y en contra del sentir mayoritario de la población, que no busca para nada el bien del pueblo sirio ni su libertad, ni la democracia ni los derechos humanos .
Curiosamente, los cristianos de Oriente todos apoyan a Bachar al Assad, pues saben que respeta a todas las religiones. La Iglesia Católica siria hace tiempo que ha instado a los países occidentales que interrumpan el suministro de armas a los terroristas en Siria; y , por el contrario, animen a los rebeldes armados a sentarse a la mesa de negociaciones. Así, lo ha asegurado Jean-Clement Jeanbart, arzobispo para los greco-católicos de la ciudad de Alepo, en el noroeste de Siria; también ha expresado su preocupación por la presencia de mercenarios extranjeros en Alepo y ha afirmado que actualmente hombres a sueldo de distintas nacionalidades, como libia, jordana, egipcia, afgana e incluso turca, están operando en Siria. En el momento actual, cuando gran parte de países están veraniegamente lejos y pasivos al curso de la política, oímos los tambores de la guerra que, para los artífices de la misma, resultaría inevitable por el crimen y atrocidades del Gobierno de Al Assad por haber usado armas químicas contra la población y provocado miles de muertes.
No hay que estar muy informado para saber que los mercenarios terroristas importados a Siria para combatir a Al Assad están siendo barridos desde hace meses y que el reclutamiento de mercenarios yihadistas es cada vez más difícil. Esto puede explicar el suceso sorprendente de que en julio se produjera una fuga simultánea y masiva de presos de 9 países para incorporarse a los “rebeldes” de Siria y continuar allí haciendo el trabajo sucio de los mercenarios. Dicha fuga estuvo hábilmente coordinada por Estados Unidos e Israel y otro países aliados, tal como reconoce el ministro del interior de Arabia Saudí: “Hemos llegado a un acuerdo con ellos: que serán eximidos de su pena de muerte y les será dado un salario mensual a sus familias y seres queridos a quienes se les impedirá viajar fuera de Arabia Saudí a cambio de rehabilitación (…) y su entrenamiento para enviarles a la Yihad en Siria”.
El 21 de agosto se produce un ataque con gas sarín en Ghotta, en la periferia de Damasco. El ejército mercenario, y haciéndoles escolta los medios de desinformación, responsabilizan al gobierno de Al Assad. Se dan cifras abultadas de muertos, niños sobre todo, pero no tarda en saberse que tal noticia es falsa. Nunca el Gobierno utilizó estas armas y, menos ahora, que la situación la estaba ganando estratégica y militarmente; las fotos servidas por las agencias Al Jazzera y Reuters se demuestra que muchas de ellas son falsas, pues estaban tomadas en la mezquita Al-Fateh en el Cairo. Por otra parte, en esa zona la gente había sido avisada por el Gobierno y evacuada, los niños muertos expuestos no estaban allí, no mostraban las señas propias de una muerte por gas, los médicos que intervinieron no tenía ni idea de cómo atenderles. ¿Cómo el Gobierno podía gasear a gente que le sigue y lucha para que siga rigiendo su país?
Desde 2012, la OTAN opera en Turquía, donde tiene su Estado mayor. Allí Estados Unidos tiene más de 20 bases aéreas, radares, aviones y espionaje electrónico. De allí proviene la logística y las órdenes para los mercenarios desplegados en Siria. ¡Una operación militar encubierta!
De nuevo el cinismo de los poderoso imperialistas se impone: ayer fue Irak, con el pretexto y fraude de la existencia de armas de destrucción masiva; hoy es Siria, con el uso de armas químicas.
Pero, el sentir mundial contra la guerra ha reaccionado y parece que la oposición hasta en los niveles altos de la política se ha vuelto recelosa y crítica cuando no declaradamente en contra.
Ya las voces, testimonios y pruebas de estar urdiendo un engaño han crecido y lo que parecía evidente para una intervención se ha vuelto sospechoso y rechazable. Hubo mucho silencio y sometimiento, pero la información inesperada y la voluntad radical antibelicista ha desenmascarado la locura de quienes están por la muerte y no por la vida. Nunca la guerra es solución y aquí encubría propósitos muy distintos a los proclamados.
(*) Benjamín Forcano es sacerdote y teólogo claretiano.
Noticia publicada en cuartopoder
http://www.cuartopoder.es/tribuna/la-mentira-de-las-armas-quimicas/5005