Estamos viviendo una semana de lucha contra los recortes y reformas en la educación. El curso pasado el profesorado fue el centro de gravedad de la movilización en varias comunidades como Madrid -con su Marea Verde-, Castilla La Mancha, Galicia y otras. El profesorado, que lleva más de un año manifestándose y perdiendo parte de su sueldo por las jornadas de protesta, contó con el apoyo de familias y alumnado.
Pero estos días, los estudiantes y familias están protagonizando la movilización. La protesta va a recorrer los diferentes niveles educativos. Cuenta con el apoyo del profesorado que ha facilitado el debate en muchos centros y que asistirá a las manifestaciones, que se prevén masivas, del 18 de octubre.
Así pues, han cogido el relevo en la lucha por las mismas reivindicaciones
los estudiantes y
padres en contra de los recortes y la desinversión que se está produciendo en la enseñanza pública, el aumento de ratios de alumnos por clase, la supresión de decenas de miles de profesores, la reducción de becas, ayudas a libros y a comedores escolares, el aumento de tasas, la supresión de los programas de atención a la diversidad y de las clases de apoyo y refuerzo, la subida del IVA, etc. Es decir, un ataque generalizado a la calidad de la enseñanza y a una mínima igualdad de oportunidades.
A la denuncia de los recortes hay que añadir el rechazo de la reforma (o contrarreforma) del ministro
Wert, que retrotrae al sistema educativo a la peor escuela del pasado con reválidas continuas como auténticas carreras de obstáculos, la segregación temprana que afectaría al alumnado de procedencia más humilde, el empobrecimiento del currículo (
a sumar, a leer y la historia verdadera, como acaba de decir
Esperanza Aguirre, que no se resigna a la gloria de la mediocridad de la ciudadana de a pie), a la introducción de los criterios de competitividad entre centros y a nuevas formas de gestión de éstos más autoritaria y sin participación de la comunidad educativa. Vamos, reforzar las tendencias privatizadoras y el desmantelamiento de lo público, al tiempo que se refuerza el carácter reproductor del sistema desde la escuela.
La abundancia de motivos y la justeza de las reivindicaciones han hecho que las huelgas y movilizaciones estudiantiles cuenten con numerosos apoyos. Desde la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres (CEAPA), a CCOO, UGT, la Cumbre Social, el 15-M, IU o la Plataforma Estatal en Defensa de la Escuela Pública, entre otras asociaciones.
El desarrollo de la huelga convocada por el Sindicato de Estudiantes en los institutos ha ido en aumento los dos primeros días (se sitúa en el orden del 70%) y es de prever que alcance su cénit el tercero. Pero lo más importante de estas movilizaciones es que se produce la primera convocatoria de huelga de la confederación de familias, CEAPA, mayoritaria en la escuela pública desde hace treinta años y con representación en más de 11.000 AMPAS en todo el país. Esta huelga histórica de padres y madres pretende vaciar los centros educativos este jueves y así demostrar al Gobierno el hartazgo de las familias por los recortes y del ataque continuado al servicio público educativo.
La convocatoria ha puesto de los nervios al ministro Wert que, fiel a su estilo de
echarse amigos, ha llegado a decir que
la huelga es de un contenido político extremista, de radicales y antisistema. Ello ha dado lugar a una enganchada con las familias, cuya repuesta ha sido contundente: son padres y madres muy preocupados con la educación y el futuro de sus hijos, que piden que le cesen como la única solución ante un ministro que ha perdido el norte hace mucho tiempo.
Así las cosas, no cabe ninguna duda que las manifestaciones convocadas para el jueves 18 de octubre en las principales ciudades españolas serán un éxito de asistencia. No sólo por la participación de alumnos, familias y profesorado, sino también de ciudadanos, en general, que tienen conciencia de que la educación es un bien público con el que no se debe de jugar porque hipotecamos a varias generaciones. También es la oportunidad de clamar en las calles por la dimisión del peor ministro de Educación que ha existido en este país.
En el horizonte de futuro quedan emplazadas nuevas movilizaciones. Para reforzar su contundencia y amplitud hay que resolver algunos problemas como la unidad de las organizaciones estudiantiles, con diferentes niveles de representación en enseñanzas medias y en universidad. En este sentido, se anuncia un
amplio encuentro en toda la comunidad educativa a finales de noviembre en Barcelona. Hubiera estado bien que el profesorado de la educación acompañase en la huelga al alumnado y familias esta semana, no ha sido así, pero en futuras citas no puede faltar. Ello, independientemente de la perspectiva de Huelga General para el 14 de noviembre en España, Portugal, Grecia… y de movilizaciones en otros países del sur de Europa.
(*) Agustín Moreno es profesor de Enseñanza Secundaria en Vallecas (Madrid). Fue secretario de Acción Sindical de CCOO de 1977 a 1996.