¿Por
qué Chávez?
05 oct 2012
Ignacio
Ramonet
Presidente
de la asociación Mémoire des luttes (Memoria de las luchas), presidente
honorífico de Attac
Jean-Luc
Mélenchon
Copresidente
del Partido de izquierda, diputado europeo
Hugo Chávez es sin duda el jefe de Estado más difamado
en el mundo. Al acercarse la elección presidencial del 7 de Octubre, esas
difamaciones se tornan cada vez más infames. Tanto en Caracas como en Francia y
en otros países. Atestiguan la desesperación de los adversarios de la revolución
bolivariana ante la perspectiva (que las encuestas parecen confirmar) de una
nueva victoria electoral de Chávez.
Un dirigente político debe ser valorado por sus actos,
no por los rumores vehiculados en su contra. Los candidatos hacen promesas para
ser elegidos: pocos son los que, una vez electos, las cumplen. Desde el
principio, la promesa electoral de Chávez fue muy clara: trabajar en beneficio
de los pobres, o sea -en aquel entonces-, la mayoría de los venezolanos. Y
cumplió su palabra.
Por eso, este es el momento de recordar lo que está
verdaderamente en juego en esta elección, ahora cuando el pueblo venezolano se
alista para votar. Venezuela es un país muy rico, por los fabulosos tesoros de
su subsuelo, en particular sus hidrocarburos. Pero casi todas esas riquezas
estaban acaparadas por las élites políticas y las empresas transnacionales.
Hasta 1999, el pueblo sólo recibía migajas. Los gobiernos que se alternaban,
democrata-cristianos o social-demócratas, corruptos y sometidos a los mercados,
privatizaban indiscriminadamente. Más de la mitad de los venezolanos vivía por
debajo del umbral de pobreza (un 70,8% en 1996).
Chávez hizo que la voluntad política prevaliera.
Domesticó los mercados, detuvo la ofensiva neoliberal y posteriormente,
mediante la implicación popular, hizo que el Estado se reapropiara los sectores
estratégicos de la economía. Recuperó la soberanía nacional. Y con ella, ha
procedido a la redistribución de la riqueza, en favor de los servicios públicos
y de los olvidados.
Políticas sociales, inversión pública,
nacionalizaciones, reforma agraria, casi pleno empleo, salario mínimo,
imperativos ecológicos, acceso a la vivienda, derecho a la salud, a la
educación, a la jubilación… Chávez también se dedicó a la construcción de un
Estado moderno. Ha puesto en marcha una ambiciosa política del ordenamiento del
territorio : carreteras, ferrocarriles, puertos, represas, gasoductos,
oleoductos.
En materia de política exterior, apostó por la
integración latinoamericana y privilegió los ejes Sur-Sur, al mismo tiempo que
imponía a los Estados Unidos una relación basada en el respecto mutuo… El
impulso de Venezuela ha desencadenado una verdadera ola de revoluciones
progresistas en América Latina, convirtiendo este continente en un ejemplar
islote de resistencia de izquierdas alzado en contra de los estragos del
neoliberalismo.
Tal huracán de cambios ha volteado las estructuras
tradicionales del poder y acarreado la refundación de una sociedad que hasta
entonces había sido jerárquica, vertical, elitista. Esto sólo podía
desencadenar el odio de las clases dominantes, convencidas de ser los legítimos
dueños del país. Son estas clases burguesas las que, con sus amigos protectores
de Washington, vienen financiando las grandes campañas de difamación contra Chávez.
Hasta llegaron a organizar –en alianza con los grandes medios que les
pertenecen– un golpe de Estado el 11 de Abril del 2002.
Estas campañas continúan hoy en día y ciertos sectores
políticos y mediáticos europeos se encargan de corearlas. Asumiendo -lamentablemente-
la repetición como si fuera una demostración, los espíritus simples acaban
creyendo que Hugo Chavez estaría encarnando «un régimen dictatorial en el que no hay
libertad de expresión».
Pero los hechos son tozudos. ¿Alguién ha visto un «régimen dictatorial» ensanchar los límites de la democracia en vez de
restringirlos? ¿Y otorgar el derecho de voto a millones de personas hasta
entonces excluidas? Las elecciones en Venezuela sólo ocurrían cada cuatro años,
Chávez organiza más de una por año (14 en 13 años), en condiciones de legalidad
democrática, reconocidas por la ONU, la Unión Europea, la OEA, el Centro
Carter, etc.
Chávez demuestra que se puede construir el socialismo
en libertad y democracia. Y convierte incluso ese carácter democrático en una
condición para el proceso de transformación social. Chávez ha probado su
respeto al veredicto del pueblo, renunciando a una reforma constitucional
rechazada por los electores vía referendum en 2007. No es casual que la Foundation for Democratic Advancement (FDA), de Canadá, en un estudio publicado en 2011,
situara entonces Venezuela en el primer lugar de los países que respetan la
justicia electoral[i].
El gobierno de Hugo Chávez dedica el 43,2% del
presupuesto a las políticas sociales. Resultado: la tasa de mortalidad infantil
ha sido dividida por dos. El analfabetismo, erradicado. El número de docentes,
multiplicado por cinco (de 65 000 a 350 000). El país presenta el mejor
coeficiente de Gini (que mide la desigualdad) de América latina. En su informe
de Enero de 2012, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPALC, un organismo de la ONU) establece que Venezuela es el país
suramericano que –junto con el Ecuador-, entre 1996 y 2010, ha logrado la mayor
reducción de la tasa de pobreza. Finalmente el instituto norteamericano de
sondeos Gallup ubica al país de Hugo Chavez como la sexta nación «más feliz del mundo»[ii].
Lo más escandaloso, en la actual campaña de
difamación, es pretender que la libertad de expresión esté constreñida en
Venezuela. La verdad es que el sector privado, hostil a Chávez, controla allí
ampliamente los medios de comunicación. Cada cual puede comprobarlo. De 111
canales de televisión, 61 son privados, 37 comunitarios y 13 públicos. Con la
particularidad de que la parte de la audiencia de los canales públicos no pasa
del 5,4%, mientras que la de los privados supera el 61%[iii]… Mismo escenario para los medios
radiales. Y el 80% de la prensa escrita está en manos de la oposición, siendo
los dos diarios más influyentes -El Universal
y El
Nacional–, adversos al gobierno.
Nada es perfecto, por supuesto, en la Venezuela
bolivariana -¿Dónde existe un régimen perfecto?-. Pero nada justifica esas
campañas de mentiras y de odio. La nueva Venezuela es la punta de lanza de la
ola democrática que, en América Latina, ha barrido con los regímenes
oligárquicos de nueve países, apenas caído el muro de Berlin, cuando algunos
vaticinaban «el fin de la historia» y «el choque de las civilizaciones» como
horizontes únicos para la humanidad. La Venezuela bolivariana es una fuente de
inspiración de la que nos nutrimos, sin ceguera, sin inocencia. Con el orgullo,
sin embargo, de estar del buen lado de la barricada y de reservar los golpes
para el malévolo imperio de los Estados Unidos, sus tan estrechamente
protegidas vitrinas del Oriente Próximo y donde quiera reinen el dinero y los
privilegios. ¿Por qué Chávez despierta tanto resentimiento en sus adversarios?
Indudablemente porque, tal como lo hizo Bolívar, ha sabido emancipar a su
pueblo de la resignación. Y abrirle el apetito por lo imposible.
[i] Venezuela obtiene 85 puntos; Estados
Unidos, 30; Canada 26 … http://venezuelanalysis.com/news/6336
[ii]Estudio publicado el 29 de abril de
2011.
http://www.gallup.com/poll/147167/High-Wellbeing-Eludes-Masses-Countries-Worldwide.aspx#2